Siempre que lleno el depósito, lo hago en la gasolinera de Plaza Alfonso Comín. Me gusta, simplemente. No lo hago por el precio.
A veces aprovecho para lavar el coche (algún comentario hubo de que rallaba la pintura, pero tampoco lo voy a lavar cada semana).
Como la aguja marcaba medio depósito, pero mirando hacia abajo, supuse que significaba "depósito medio vacio" (mi indicador del nivel de gasolina estaba pesimista), y me decidí a llenar el depósito.
Era la cuarta vez que llenaba el deposito, desde que le compré el coche a Carme. Todas ellas en la misma gasolinera.
Como otras veces, lleno el depósito y luego entro a pagar, con tarjeta de credito. Me dicen el importe, pero ni me fijo. Me dan el ticket y lo firmo sin mirar. Mal hecho.
Me vuelvo para el coche. Guardo el ticket (sin mirarlo, claro), arranco el motor y empiezo a moverme para salir del coche.
En eso que veo que una empleada me hace señas:
Ella: ¿Ha pagado usted?
Yo: Naturalmente (¿como puede dudar con la cara de buena persona que tengo; si ademas fuera guapo, sería el Guardiola).
Ella: ¿Puedo ver el ticket?
(Se lo enseño)
Ella: Vale, le hemos cobrado mal. Por favor, ¿puede aparcar el coche y venir a caja?
Al final resultó que el empleado que me cobró se quivocó de surtidor, y me cobro el 3 cuando el mio era el 4 (por ejemplo).
Ya se, ya se. Te estarás preguntando si salía ganando o perdiendo. Perdiendo. Me habían cobrado 50 euros, cuando lo que yo había metido eran unos 30 euros.
Me hubiera dado cuenta en casa, pero poco podría hacer entonces.
Tuve suerte.
Una vez mas.
1 comentario:
Y mira que me lo decía mi madre cuando era pequeño: vigila el cambio que te dan en la tienda. ;-)
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