El sábado había quedado con unos amigos en Paseo de Gracia. No pensaba bajar en coche, pero llegaba tarde, así que preferí pagar parking que hacerlos esperar.
Entré en el parking que hay en Paseo de Gracia con Aragón (subiendo hacia calle Valencia). Una vez aparcado el coche, salí a la calle, y tuve que bajar un poco hasta Aragón, donde me estaban esperando.
De ahí nos fuimos a Vinçon, que está por encima de Aragón. Anduvimos dando vueltas por Passeig de Gràcia y en algún momento cruzamos Aragón, dirección Catalunya.
Cuando volví a buscar el coche, usé alguna entrada de las que quedan por debajo de Aragón. Busqué el coche y no lo encontré. Recordaba que estaba muy cerca de una salida de peatones, pero aún así me recorrí todo el parking, sin encontrar mi coche.
Antes de pensar en cosas gordas (robo) decidí reconstruir los pasos que había dado desde que había entrado con el coche en el parking, hasta que salí andando del mismo. Yo sabía que tenía que cruzar Aragón, dirección montaña.
Salí a la calle, y miré dónde estaba. Ví que la calle Aragón quedaba hacia arriba. Andube hasta cruzarla, y allí busqué la entrada de peatones más cercana a la entrada de coches (está al otro lado de la calle).
Bajé. Ahora sabía que tenía que subir hasta encontrar la siguiente salida, y allí tenía que estar mi coche. Así fue.
No tenía ni idea de que hubiera dos parkings de dos empresas distintas en Gràcia, ni tampoco que no estuvieran conectados.
1 comentario:
Es mucho más divertido el de Plaza Catalunya, que parece el pasadizo secreto del castillo del Conde de Montecristo y encima, cuando menos te lo esperas, te cierran unos pasillos, te abren otros, te cambian el sentido de la circulación...
Total, que es imposible dejar el coche en el sitio que mejor te iría para salir a la superficie. Cuando te pasa eso y vas solo, mira... Pero cuando vas cargado con cochecito, criaturas y bultos ruidosos similares, lo primero que haces al salir al aire libre después de acarrear con todo porque más de un ascensor no te deja en la calle ni de coña es mirar al cielo y gritar: ¿por qué, Señor, por qué?
Pero no importa: la siguiente vez caerás como un Pepe. Vaya que sí.
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