Yo hice el servicio militar (mili) en Zaragoza, cuando aún era obligatoria. Y recuerdo Zaragoza como una ciudad muy bonita, con una gente muy agradable, y en la que no me hubiese importado vivir.
Este sábado pasado estuve allí.
Mi visita a Zaragoza no fue ni nostálgica ni turística. Llegué tarde, sobre las 20h, así que ya no podía hacer turismo. Mi visita tiene quever únicamente con un "experimento".
Este verano iré a Galicia en coche. Desde el Google Maps miré qué ruta podría hacer, y cuántas horas tardaría en llegar. Y entonces me asaltó la duda. ¿Cuán exacto era Google Maps?
Porque si me dice ocho horas (por decir algo), pero luego tardo doce, puedo acabar llegando demasiado tarde. En ese caso, saldría dos o tres horas antes de la hora prevista.
Así que decidí hacer un viaje un pelín largo (de ahí que eligiera Zaragoza, a unas tres horas de Barcelona) respetando siempre las señales (donde tuviera que ir a 80 km/h, iría a esa velocidad), para ver lo que tardaba realmente en hacer ese viaje.
A Zaragoza llegué sobre las 20h. Cuando iba en tren, me dejaba en la antigua estación de la RENFE (ahora hay una nueva, Delicias). Desde esa antigua estación, hasta el Corte Inglés (donde estaba mi cuartel) iba andando.
Esta vez, sin embargo, entré con coche. Alguna vez había ido en autocar, pero no recoardaba qué salida de autopista cogia. Como el Google Maps situaba el punto de destino al lado de la Basílica del Pilar, hasta allí me fui.
Desde allí, intenté llegar al Corte Inglés, teniendo en cuenta que iba conduciendo y no podía meterme por segun que calles. Al final lo conseguí.
Anduve callejeando por la ciudad, y me di cuenta que muchos sitios ya no los conocía. Al menos desde el coche. Quizás andando los hubiera reconocido más fácilmente.
Aparqué muy cerca del centro de la ciudad. Y cené en un restaurante vasco. Buena comida, quedé satisfecho.
También vi mucha prostitución, en pleno centro de la ciudad. Siempre he pensado que esa actividad debería legalizarse y realizarse en condiciones. En un local donde la higiene y la intimidad queden garantizadas.
Así que acabé mi (corta) estancia en Zaragoza con una doble desilusion. Por un lado, ver que solo reconocía las calles grandes, las pequeñas ya las había olvidad. Y por otro, que el centro de la ciudad está degenerando.
:-(
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